Esta semana hago un paréntesis a la serie sobre “El Futuro de la Regulación Financiera” para comentar sobre la decisión del Gobierno dominicano de suspender el arreglo stand-by (el “SBA”) con el Fondo Monetario Internacional (el “Fondo” o “FMI”). Esta decisión impacta directamente el panorama regulatorio monetario y financiero de la República Dominicana, porque como ya había comentado, la reforma de la Ley Monetaria y Financiera era una de las condiciones estructurales inconclusas bajo el SBA[1]. Como pretendo exponer, las excusas y justificaciones presentadas por el Gobierno no explican la totalidad del asunto con el Fondo, ni mucho menos el fondo del asunto.
El Asunto con el Fondo.
Resulta paradójico que una gran parte de la opinión pública y del empresariado estaba apoyando el SBA con el FMI. La impresión generalizada es que un compromiso con el Fondo presionaba al sector oficial para mantenerse fiscalmente responsable, manejando prudentemente el gasto público en la antesala de un año electoral. También el SBA enviaba un mensaje positivo a los obligacionistas nacionales e internacionales de la República Dominicana y a sus demás acreedores. Lo más importante era que mantenía a la población calmada.
Luego de anunciar la suspensión del SBA, el Gobierno demagógicamente declaró que las relaciones con el FMI continúan a través del Programa de Post Monitoreo (“PPM”, por sus siglas en inglés). Es obvio que las relaciones con el FMI no culminan porque RD haya decidido suspender el SBA. Todavía hay que pagar el dinero que hemos tomado prestado. Pero como han señalado algunos notables economistas, el PPM no garantiza disciplina económica. Mucho menos en un año electoral.
La oposición política, principalmente a cargo del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) argumenta que fue el Fondo que le sacó los pies al gobierno de RD. El Ministro de Economía en unas declaraciones resaltó que “El PRD firmó acuerdo con el FMI y no pasó una revisión. Nosotros vamos para ocho años en el Gobierno y hemos pasado 14 revisiones, [los perredeístas] fueron unos irresponsables […]”. Por su lado, el empresariado y algunos notables economistas, como Bernardo Fuentes, afirman que los agentes económicos ya habían modelado sus expectativas económicas porque sabían que el gobierno eventualmente iba a relevar sus verdaderas preferencias. Después de todo, ya se habían retrasado dos revisiones y hacia el 17 de noviembre de 2011 David Hawley, subdirector del Departamento de Relaciones Externas del FMI había dicho que el SBA estaba enchivado porque “las autoridades no habían cumplido con ciertos requisitos, particularmente en el sector energético”.[2] Para los dirigentes de campañas esto equivalía a un corto-circuito político: peligro, alto (precio) del voltaje electrocuta votos.
Durante las ruedas de prensa de Diciembre de 2011[3] y de Enero de 2012, el Director del Departamento de Relaciones Externas del FMI, Gerry Rice, había comentado que se mantenían las discusiones sobre políticas técnicas y que una misión especial del Departamento de Asuntos Fiscales había visitado la RD a principios de diciembre para analizar el régimen fiscal, en calidad de misión de asistencia técnica. Todo indicaba otra reforma fiscal.
Estas dilaciones y el impasse que existía denotaba que había algo detrás del asunto con el Fondo. El viejo dilema de la elección pública (public choice), la búsqueda de rentas (rent-seeking) y la reelección anatema. Sea el PLD, el PRD o cualquier otro partido, cuando los políticos están en el poder buscarán maximizar votos. Esto es un claro problema de agencia, porque deberían estar buscando maximizar el bienestar de sus electores y representados. Por el contrario, le cogen cariño al carguito y a los beneficios que emanan del poder público y deciden perpetuarse a toda costa y a cualquier precio. Es decir, un partido que busca reelegirse, no puede darse el lujo de eliminar subsidios populares, aumentar tarifas eléctricas ni seguir poniendo parches a un sistema fiscal ineficiente. Así como es difícil ver a un loco rompiendo papeletas de dinero, también es improbable que usted vea a un político rompiendo votos, especialmente si podrían ser a su favor.
El Fondo del Asunto.
El fondo de todo esto es el problema de la inconsistencia temporal o dinámica. Esta teoría microeconómica intenta explicar cómo antes de períodos electorales las autoridades monetarias varían o manipulan la política económica para acomodar la reelección. Esta teoría es que justifica la independencia del Banco Central y de sus principales funcionarios. No obstante, en el caso que nos atañe, la inconsistencia emana del gobierno central y podría ser más peligrosa: es una inconsistencia dinámica de toda la política económica, no sólo de la monetaria.
La problemática se agudiza cuando pensamos en el veredicto de los principales economistas: el vencedor de las elecciones de Mayo de 2012 tendrá que retomar el SBA. Es decir, que existe la posibilidad de que la disciplina la tenga que asumir o el gobierno de Mejía (que encima tendrá que gobernar con un Feria Morada); o el gobierno de Medina que dará continuidad a las decisiones pato-cogistas del Presidente Fernández y un PLD dispuesto a hacer cualquier cosa por ganar las elecciones, pero también que hará lo que sea por recoger el desastre electoral y recuperar la estabilidad, incluyendo apretarle nuevamente los cinturones a los agentes económicos.
Ellos se comen las uvas, pero nosotros sufrimos la dentera.
Los dominicanos estamos hartos de que nos tomen de bobos. Tal o cual gobierno/partido político siempre recurre a sus artimañas para trocarnos espejitos por oro. No sólo nos roban y engañan constantemente, enriqueciéndose con nuestro dinero cada cuatro años, sino que también nos toman el pelo (y los pesos) desde hace ya casi 168 años. Mientras ellos se comen las uvas, nuestros hijos y nosotros sufrimos la dentera.
Ayer, el editorial de un periódico rebosando de inusual optimismo anunciaba estoicamente que: “No hay, pues, que temer a nada”. Es cierto, no hay que temer a nada, porque “la nada” es una abstracción, igual que “todo”. Por eso, no hay que temer cuando el propio FMI anuncia que hay que manejarse con cautela porque la crisis europea podría impactar a Latinoamérica. Tampoco hay que tener miedo a un año electoral donde una reñida contienda perfila dispendio. No hay que tener miedo porque la capacidad de contribución ilimitada de los dominicanos brinda combustión al riesgo moral de los políticos. No hay nada que temer: esa paciencia, esos bolsillos sin fondo, esa tolerancia a la inflación y a la corrupción, ese analfabetismo miserable y funcional, esa desgraciada virtud de hacerse de la vista gorda y seguir trabajando sin quejarse, sumergidos en la pobreza: en fin todas estas virtudes que nos caracterizan, nos salvarán.
No hay nada que temer: la población pagará la factura cuando quebremos como Grecia.